

Madrid en julio y agosto es sinónimo de calor. CALOR en
mayúsculas. Ciudad no apta para aquellos que se agobian cuando los termómetros
de las paradas de autobús marcan más de 35º. Por eso, al mediodía es mejor no
poner ni medio pie fuera de tu portal.
Para que la espera hasta la noche –soñemos- algo más fresca, se
haga llevadera (o la llegada de tus días de descanso), te proponemos algunas
medidas básicas para sobrevivir al verano en casa.
Haz de tu casa una selva.

Las plantas renuevan el aire y refrescan el ambiente (no solo lo decimos nosotros, también la NASA), además de aportar carácter a cualquier rincón de tu casa. A parte de la Costilla de Adán (ahora en todas las casas, tiendas y restaurantes del mundo), nos gustan la Kentia y la Sansevieria (esta última se encuentra entre las preferidas de los científicos), por sus tonos de verde.
No enciendas velas, déjalas para cuando se vaya el calor.

Estas pueden soltar un poco de aceite, al que se pegará todo lo que haya
en el ambiente, consiguiendo que se deterioren antes. En su lugar, utiliza
brumas ligeras en spray (nos encantan las de Zara Home) que además, aportarán
un mínimo de humedad. Aplícalas sobre tejidos para que aguante más el olor. Procura también mantener las luces apagadas, sobre todo las incandescentes. Son una fuente inagotable de calor.
Guarda las alfombras de invierno.

Aprovecha para llevarlas al tinte
si lo necesitan, o guárdalas para el otoño. La sensación de tener el suelo
despejado es mucho más fresca (aunque sea psicológico). Si no puedes vivir sin ellas, opta por aquellas de acabados naturales como la rafia.
Apuesta por tejidos ligeros.

Protege también todas tus habitaciones del sol, por mucho que te encante la luz natural (a nosotros también, pero hay meses en los que es un poco traicionera). Dicen por ahí que durante el día cierres las ventanas y las abras sólo por la mañana y por la noche. Nosotros preferimos dejarlas entreabiertas, para que siempre exista una mínima ventilación, pero con las persianas bajadas (aunque no del todo cerradas). Para que desde tu interior la visión no sea tan desoladora, utiliza estores de colores claros. Estos bloquean el calor y camuflan un poco las pequeñas rendijas de las persianas.
Además, como consejo final, decirte que si tienes cortinas en tu habitación, no lo pienses: unos
minutos antes de dormir mételas debajo del grifo de agua fría, escúrrelas bien
para eliminar el exceso de agua y vuelve a colocarlas en su sitio. Duerme esa
noche con las ventanas abiertas y verás como el aire que entra en tu habitación
se vuelve más húmedo y fresco.
¡Que descanses!
H
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